jueves, diciembre 28, 2006

Polisemia

-Hace mucho tiempo que no sé de ti, Jack.
-Sí, es que he estado muy ocupado. Ya sabes, la navidad, los viajes de negocios...
-¿Y no hay cobertura en los hoteles donde te alojas, Jack?
-Sí, mujer. Lo que pasa es que llegas cansado y luego las cenas de empresa y esas cosas.
-Ya. Y tampoco puedes responder un sms, me imagino.
-Es que a veces lo recibes y en ese momento no puedes contestar todo lo que tu quieres y para contestar algo soso, mejor no poner nada. Después, te lías y contestarlo ya no tiene sentido cuando ha pasado mucho tiempo.
-Tampoco hay conexión a internet, supongo.
-Tengo el portátil estropeado y no me gusta nada el ambiente de los cibercafés, Mary.
-Qué mala suerte, ¿no? Antes no se te estropeaba nada y siempre tenías cobertura. Si no te llamaba o no respondía a algún mensaje tuyo, me llamabas preocupado por si me había pasado algo.
-Te juro que es verdad lo que te digo, Mary. ¿O es que no estamos hablando ahora?
-Sí, porque te he llamado con número oculto, Jack.
-No me he dado cuenta de eso, te lo digo de verdad. En cuanto llegue a casa iré a buscar el portátil al taller y hablaremos por el messenger.
-Es que no entiendo ese cambio de actitud, Jack. ¿De qué tienes miedo? Yo sólo quiero ser tu amiga, no quiero ni "pescarte" ni nada por el estilo. Sólo vernos de vez en cuando.
-Ya lo sé y, en realidad, yo sí querría que lo nuestro fuese a más. Follar está muy bien, pero yo siento algo más por ti. Creo que me estoy enamorando.
-¿Y por eso tratas de alejarme de tu vida, Jack?
-No sé, Mary, estoy hecho un lío. Bueno, te llamo cuando llegue mañana, que ahora me están esperando para una reunión del curro.
-Está bien. A ver si es verdad y hablamos de todo esto. Un beso.
-Te quiero, Mary.


Jack cierra el teléfono móvil y lo posa sobre la mesa del bar. Con un pequeño gesto de la mano pide la cuenta al camarero que lo ha atendido. Paul vuelve del lavabo.
-¿Con quién hablabas, Jack? ¡¡Tenías una cara, tío!!
-Nada, una pesada que no me saco de encima ni a tiros. Oye, es que son la hostia. Pasas de ellas y hala, siguen y siguen dando el coñazo. ¿Es que no captan una indirecta?
-Yo qué sé. Son muy complicadas, muy retorcidas.
-Le he tenido que decir que la quería porque si no, me monta un pollo del nueve, tío.
-Uff, si le dices que la quieres, la has cagado, macho. No te la quitas de encima, Jack.
-Sí, Paul, son de las que te dicen que nada de amor ni de compromisos y luego están todo el jodido día dando por saco, llamándote, los mensajes, los e-mails...
-Y si les dices que las dejas, es mucho peor, si lo sabré yo. Lo mejor es darle largas hasta que se aburren y captan el mensaje.
-Ya te digo. Pero les cuesta, eh.



1 comentario:

coco dijo...

Vaya, si va a resultar que todos somos iguales.